Perfect Serve de la cerveza. ¿Existe la cerveza perfecta? (I)

La respuesta es sí, y no solo una, sino muchas, siempre y cuando sepamos darle el tratamiento que se merece. Esta es la conclusión a la que llegamos el pasado martes tras la sesión de Perfect Serve de la mano de Paco Patón, jefe de restauración de Derby Hotels en Madrid.

En el encuentro se dieron cita prestigiosos periodistas y blogueros: Mª Jesús Gil de Antuñano, José Carlos Capel, Carmelo Prieto, Rosa Ardá, Pepa Maqueda, Eva Celada, Héctor Parra, Belén Otero, Luis García… Junto a ellos, algunos de los nombres más destacados de la hostelería madrileña; los jefes de restauración y maitres de algunos de los espacios más prestigiosos de la ciudad: Hotel Ritz, Hotel Palace, O’Clock, Eccola Kitchen Club, Hotel Puerta de América, La Terraza del Casino y Zalacaín

Comunicadores y profesionales de hostelería con un mismo objetivo: demostrar la necesidad de redescubrir el valor de la cerveza. El hecho de que nos resulte una bebida amigable y por así decirlo «desenfadada» no impide que una cerveza bien elegida, bien tirada y bien presentada sea un producto digno del mayor disfrute gastronómico. Como el propio Patón indicó, «A pesar de que la cerveza forma parte de nuestra cultura mediterránea desde hace miles de años, no siempre le damos el trato que se merece y no estamos explotando todas las posibilidades que nos ofrece”.

La sesión comenzó con una introducción de Jacobo Olalla, director general de Cerveceros de España, en la que subrayó algunas interesantes cifras acerca del papel que juega el sector cervecero.

Paco Patón comenzó su exposición con un breve resumen de la historia de la cerveza. También tuvimos ocasión de familiarizarnos con las materias primas y la elaboración de la cerveza.

Pero sin duda, la lección más importante era la que daba nombre a la sesión: ¿cómo servir la cerveza perfecta? Conseguir una cerveza bien tirada de manera que la bebida no pierda ninguna de sus propiedades no siempre es fácil, pero ayuda mucho que sigamos ciertas pautas.

– Primero, elegir el recipiente. Paco Patón explicaba que «aunque hay tantos recipientes como cervezas y cada fabricante propone el suyo», el más adecuado sería una copa con tallo largo, para no calentar la bebida al sujetarla, y más estrecha en la boca que en la base.

– Mojar la copa ayuda, y mucho: no solo elimina cualquier resto de jabón o abrillantador, también contribuye a que la cerveza «resbale» por el cristal a medida que cae y lo que es mejor, refresca el contenido.

– «Nunca se debe congelar la copa», ha afirmado Patón, intransigente en este punto porque «acaba aguando la cerveza». Además, tampoco hay que servirla del congelador, sino a una temperatura de entre 4 y 7 grados centígrados (o más, según el tipo de cerveza).

– La cerveza hay que servirla desde el grifo o la botella, con la copa inclinada en un ángulo de entre 60 y 45 grados y, cuando tres cuartas partes del recipiente estén llenas, «enderezar, estrangular el grifo y echar la crema -espuma- en una capa de unos tres centímetros hasta el borde».

– La crema es un elemento esencial, que debe permanecer durante todo el tiempo que se esté disfrutando de la cerveza porque impide que pierda gas y conserva los sabores.

– Para saber si una cerveza se ha servido bien, según vayamos bebiendo se irán quedando marcados unos aros en el interior del cristal; es el rastro que va dejando la crema en cada trago.

-Y con estas premisas, ya hemos conseguido una cerveza perfecta.

La sesión continuó en la terraza del Hotel con una serie de presentaciones y maridajes, que os contaremos la semana que viene. Hasta entonces, ¡id practicando con la cerveza perfecta!

Cómo cargarse una cerveza (II).»A mi sin espuma, ¿eh?»

Burbujas de cerveza

Hola, amigos cerveceros. Continuamos hablando de algunos errores más o menos extendidos que se suelen cometer a la hora de disfrutar una buena cerveza.

Cómo cargarse una cerveza, II. «A mi sin espuma, ¿eh?»

En el capítulo anterior vimos cómo echar a perder una cerveza no tomándosela en serio, gracias a una serie de artefactos que convertían la cerveza, ese líquido que tanto apreciamos, en algo más parecido a un juguete que a una bebida.

Lo cierto es que no hace falta complicarse tanto para perpetrar un crimen cervecero; a veces basta con una simple frase. Una frase como la que da título al post.

¿Quién no ha escuchado alguna vez en un bar a un presunto amante de la cerveza pidiendo al camarero que le sirva una cerveza «0’0… espuma»?

Sí, la verdad es que cada vez es menos frecuente, pero todavía hay quien piensa que la espuma en la cerveza es algo así como las hojas de fuera de la alcachofa, que en el fondo no sirven para nada, y si no nos las ponen (y no nos las cobran) mejor. De ahí el «¿eh?» pillín que hemos incluido en la frase; porque el bebedor de cerveza sin espuma está convencido de que está siendo más listo que los demás, ya que su vaso tiene un 100% de cerveza y 0% de «inútil» espuma, no como los de otros…

También hay quien considera poco estético el clásico «bigote» de espuma que se te puede quedar, aunque la verdad es que hace falta beber con mucha ansia para que eso suceda. Incluso podemos entender que el colectivo de personas con bigote real tiendan a rehuir el contacto entre éste y la cerveza, ya que está comprobado por un estudio que el bigote «se bebe» parte de la cerveza.

Hablando en serio, una cerveza sin espuma es una cerveza sin cabeza; sin identidad y sin calidad. La espuma de la cerveza es el resultado directo de la calidad y tipo de fermentación a la que fue sometida la cerveza. Durante este proceso, la levadura libera alcohol y dióxido de carbono en la bebida, y descompone los azúcares y almidones de la malta que se haya usado, de manera que la bebida se gasifica de forma natural. En resumen; la espuma nos está dando información sobre la cerveza que estamos disfrutando.

En el momento de degustar una cerveza, la espuma es importante por dos razones:
Porque al subir y explotar las burbujas de dióxido de carbono, la bebida libera todos los aromas presentes; es mucho mas fácil distinguir los aromas en una cerveza con una espuma decente que en una sin ella.
Al estar siempre presente una capa de espuma, y tampoco hace falta que sea demasiado gruesa, se evita o se aminora el contacto del líquido con el aire, y esto nos sirve para que la bebida no se oxigene y para que no pierda el gas tan rápido.

O sea, que la espuma de la cerveza hace de «tapa», protegiéndola.  ¿Y no decimos siempre que la cerveza se disfruta más con una tapa?


Al pedir una cerveza, por ejemplo una caña, debemos esperar encontrarnos con un mínimo de un dedo de espuma. Una caña bien tirada presenta una espuma compacta, que dejará huella en el vaso a medida que se vaya consumiendo y nos ayudará a disfrutarla de principio a fin.
Dejar en el vaso la cantidad y textura justa de espuma es uno de los aspectos a tener en cuenta en el arte de servir una cerveza adecuadamente merece la pena recordarlo.
Otro enemigo de la espuma de la cerveza es el hielo en el vaso, pero eso, entre otras cosas, formará parte de un futuro post dedicado al tema de la temperatura. Hasta entonces seguid disfrutando vuestra cerveza con espuma… y con cabeza.

Cómo cargarse una cerveza (I)

Iniciamos aquí una mini serie de posts en los que intentamos señalar algunas prácticas, más o menos comunes, que pueden hacer que la experiencia cervecera no sea todo lo buena que debe ser. No se trata de ser dogmáticos sino más bien de compartir algunas reflexiones.

Cómo cargarse una cerveza, I: No tomándosela en serio.

Las cerveza es una bebida milenaria, con una historia fascinante y unas propiedades nutricionales que hoy ya nadie pone en duda.

Por eso muchas veces nos preguntamos: ¿Cómo se entiende que, siendo una bebida tan importante para nosotros, a veces la tratemos tan mal?

Tal vez por influencia de películas americanas del género «universitarios granujientos y descerebrados», o por el hecho de que la cerveza apenas mancha, la realidad es que en muchas ocasiones, vemos como este preciado líquido es arrojado, proyectado,  desperdiciado o, casi peor, servido de maneras que, aparte de decir más bien poco acerca del buen gusto del usuario, consiguen que la cerveza se consuma completamente desvirtuada. Porque en ese proceso supuestamente divertido de trasvase desde la lata o el grifo hasta nuestro paladar, el paso por tubos de plasticorro, bolsas y gomas consigue que la cerveza se caliente, pierda la espuma y se apropie de sabores extraños que no le corresponden. Los matices que aporta el PVC a la cerveza, digámoslo desde ahora, no son nada agradables.

Aquí podemos ver una pequeña «galería de los horrores cerveceros» que os mostramos con una sola condición: Por favor, nunca lo intenten en casa»

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Tenemos de todo; desde la más inofensiva jarra-calavera, pasando por diferentes dispensadores, como el clásico de gorra para ver los partidos (ojo, la marca que aparece en la foto no tiene culpa de nada), el típico cilindro de plástico con un grifo (cerveza caliente garantizada) o el horroroso combo calavera de plástico-columna vertebral de goma.

De ahí pasamos a cosas más preocupantes, como una pistola de latas que no tiene más aliciente que el de desperdiciar cerveza poniendo tibio al de enfrente o una especie de ruleta rusa que propone una forma de consumo muy alejada de lo que recomendamos en Cervecear como consumo moderado.

Pero si hubiera que elegir un invento que consigue a partes iguales destrozar el disfrute cervecero y revolverte el estómago, nos quedamos con esta colección de depósitos que, adosadas a diferentes alturas de la anatomía y dotadas de un pequeño grifo, se supone que nos sirven para cervecear de forma divertida y original. Aparte del efecto que el calor corporal y el plástico puedan producir en la bebida, el hecho de ingerir un vaso de cerveza servido directamente desde el marsupio de tu colega es algo que necesariamente tiene que dejar huella en tu psique. Y ya ni hablemos en el caso del Freedom Flask

Agradecemos muy sinceramente al fabricante que no haya utilizado cerveza para el vídeo demostrativo…

Como no queremos despedirnos con mal sabor de boca, os recordamos que afortunadamente, estos inventos son propios de usos cerveceros muy alejados del patrón mediterráneo, mucho más moderado y menos extremo. Aquí nos gusta saborear una caña fresquita, con su tapa y en compañía de buenos amigos, como las que vemos en la foto.

Esperamos haberos entretenido con estos ejemplos negativos. Volveremos en la próxima entrega de: «Como cargarse una cerveza»

Decálogo de las tapas en la cocina actual

Cerveza y tapa

Un placer muy nuestro

Si los antiguos fenicios hubieran llegado hoy a la península, tal vez en lugar de llamarla «Hispania» (país con abundancia de conejos), hubieran considerado más propio denominarla «Tapelia», tal es la asombrosa variedad y riqueza de tapas, o «Pintxos» en el norte, que podemos encontrar en lo alto y ancho de nuestra geografía.

En un país en el que afortunadamente hay tantas opiniones diferentes sobre todo, hay pocas cuestiones en las que estemos tan de acuerdo como en el hecho de que irse de tapas es un pequeño gran placer.

Historia y definición de la tapa

La Real Academia Española define “tapa” como: “pequeña porción de algún alimento que se sirve como acompañamiento de una bebida”.

Cerveza y croquetasCon permiso de tan respetable institución, nos parece una definición exacta pero incompleta. Porque la tapa es mucho más. La tapa significa el momento de «irse de tapas»; es algo que se disfruta siempre en compañía, es un elemento de relación social y contribuye a la sensación de compartir y estimular la charla y el intercambio de opiniones. La tapa es algo que está profundamente ligado a nuestra forma de ver y entender la vida.

Hemos visto que dentro de la definición de tapa está el servir de acompañamiento a alguna bebida. De hecho en las dos versiones que circulan como probables orígenes de la tapa, el alimento ha nacido como complemento a la bebida, y no al revés: la primera versión nos habla de Alfonso X el sabio, que decretó en el siglo XIII que en los mesones de Castilla no se despachara vino si no era acompañado de comida. En la segunda versión, más reciente, le colocan a Alfonso XIII una loncha de jamón encima de su copa para evitar que le entre arena; al Rey le gusta tanto el invento que pide la siguiente copa con una «tapa» igual.

La cerveza, la mejor amiga de las tapas

Si hay una bebida que encaja perfectamente con el concepto y espíritu del tapeo, es la cerveza. Por muchas razones; en primer lugar porque su escasa graduación alcohólica (nula en el caso de la cerveza sin alcohol, de la que somos los máximos consumidores en el UE) nos permite calmar la sed sin perjudicar nuestra salud, siempre por supuesto, con niveles moderados.

Además, la cerveza tiene la cualidad de combinar bien con un enorme abanico de sabores, incluyendo los más fuertes, especiados o picantes, que en muchas ocasiones caracterizan a este tipo de platos (ya hablaremos con mucho más detenimiento del mundo de los maridajes o armonías con cerveza).

Pero hay otra razón clave para que el binomio cerveza/tapa sea una fórmula de éxito, y es que ambos encuentran en el bar su ecosistema «natural». En efecto, según el último Informe Socioeconómico del Sector de la cerveza en España 2010 el 66% de la cerveza consumida ese año fue a través del canal de hostelería. Eso tiene que ver con nuestra forma de consumo de cerveza, muy mediterráneo: moderado, con un componente muy social y acompañado de comida.

Según el mismo informe, para el 97% la cerveza es la bebida favorita para acompañar las tapas y, de hecho, el 81% de los consumidores de cerveza así lo hace.

También ayuda que nuestro formato favorito a la hora de beber cerveza sea la caña (unos 200 ml) una cantidad de cerveza moderada en comparación con los estándares del norte de Europa. Fresca y bien tirada, con su dedo de cerveza reglamentario, la caña comparte con la tapa esa actitud desenfadada y amigable, que no nos obliga a permanecer sentados para disfrutar una experiencia gastronómica de primer orden.

Podríamos hablar mucho más sobre las diferentes tapas que alegran nuestra cocina; de su valor nutricional y sus posibilidades de maridajes con cerveza, pero lo dejaremos para otra ocasión (en cuestión de tapas  y cañas siempre recomendamos la moderación).

Así que os dejamos con lo prometido en el título:

El decálogo de las tapas en la cocina actual

1. Las tapas son el gran elemento de proyección de la gastronomía española en el mundo.

2. En nuestro concepto tradicional de la tapa conviven las tapas propiamente dichas, procedentes del sur, con los pinchos tradicionales del norte y ambos tienden a intercambiarse.

3. Las tapas en sentido genérico han comenzado a triunfar en todo el planeta, como hicieron anteriormente la pizza italiana o el sushi japonés.

4. El éxito de la tapa y de nuestra alta cocina en miniatura en el mundo significa el triunfo universal de nuestros cocineros.

5. La cultura de la tapa ayuda también a abrir nuestros productos a los grandes mercados internacionales.

6. La popularización de la tapa supone la superación de la rigidez de la alta cocina. Y permite comer de pie, en la barra, en taburetes o en sillas y mesas.

7. La tapa abre el escenario de libertad tanto para cocineros como para comensales.

8. Comer de tapas permite disfrutar de varios sabores diferentes y combinarlos con distintos vinos o cervezas. Tomar pocas o muchas pequeñas raciones.

9. A través de las tapas, el comensal no sólo disfruta con todos los sentidos, sino que se sorprende y se emociona igual que con otras manifestaciones artísticas.

10. El concepto de tapa va más allá de la mera cocina, para erigirse en una verdadera forma de vida, de fiesta, de alegría y de libertad.

Fuente: Ansón R, 2010

Así que ya sabéis: a cañear, a tapear y a cervecear…