Cómo cargarse una cerveza (I)

Iniciamos aquí una mini serie de posts en los que intentamos señalar algunas prácticas, más o menos comunes, que pueden hacer que la experiencia cervecera no sea todo lo buena que debe ser. No se trata de ser dogmáticos sino más bien de compartir algunas reflexiones.

Cómo cargarse una cerveza, I: No tomándosela en serio.

Las cerveza es una bebida milenaria, con una historia fascinante y unas propiedades nutricionales que hoy ya nadie pone en duda.

Por eso muchas veces nos preguntamos: ¿Cómo se entiende que, siendo una bebida tan importante para nosotros, a veces la tratemos tan mal?

Tal vez por influencia de películas americanas del género «universitarios granujientos y descerebrados», o por el hecho de que la cerveza apenas mancha, la realidad es que en muchas ocasiones, vemos como este preciado líquido es arrojado, proyectado,  desperdiciado o, casi peor, servido de maneras que, aparte de decir más bien poco acerca del buen gusto del usuario, consiguen que la cerveza se consuma completamente desvirtuada. Porque en ese proceso supuestamente divertido de trasvase desde la lata o el grifo hasta nuestro paladar, el paso por tubos de plasticorro, bolsas y gomas consigue que la cerveza se caliente, pierda la espuma y se apropie de sabores extraños que no le corresponden. Los matices que aporta el PVC a la cerveza, digámoslo desde ahora, no son nada agradables.

Aquí podemos ver una pequeña «galería de los horrores cerveceros» que os mostramos con una sola condición: Por favor, nunca lo intenten en casa»

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Tenemos de todo; desde la más inofensiva jarra-calavera, pasando por diferentes dispensadores, como el clásico de gorra para ver los partidos (ojo, la marca que aparece en la foto no tiene culpa de nada), el típico cilindro de plástico con un grifo (cerveza caliente garantizada) o el horroroso combo calavera de plástico-columna vertebral de goma.

De ahí pasamos a cosas más preocupantes, como una pistola de latas que no tiene más aliciente que el de desperdiciar cerveza poniendo tibio al de enfrente o una especie de ruleta rusa que propone una forma de consumo muy alejada de lo que recomendamos en Cervecear como consumo moderado.

Pero si hubiera que elegir un invento que consigue a partes iguales destrozar el disfrute cervecero y revolverte el estómago, nos quedamos con esta colección de depósitos que, adosadas a diferentes alturas de la anatomía y dotadas de un pequeño grifo, se supone que nos sirven para cervecear de forma divertida y original. Aparte del efecto que el calor corporal y el plástico puedan producir en la bebida, el hecho de ingerir un vaso de cerveza servido directamente desde el marsupio de tu colega es algo que necesariamente tiene que dejar huella en tu psique. Y ya ni hablemos en el caso del Freedom Flask

Agradecemos muy sinceramente al fabricante que no haya utilizado cerveza para el vídeo demostrativo…

Como no queremos despedirnos con mal sabor de boca, os recordamos que afortunadamente, estos inventos son propios de usos cerveceros muy alejados del patrón mediterráneo, mucho más moderado y menos extremo. Aquí nos gusta saborear una caña fresquita, con su tapa y en compañía de buenos amigos, como las que vemos en la foto.

Esperamos haberos entretenido con estos ejemplos negativos. Volveremos en la próxima entrega de: «Como cargarse una cerveza»