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Cómo cargarse una cerveza (y IV): Bebe siempre para recordar.
Terminamos esta miniserie acerca de los errores cerveceros, abordando el que sin duda es el peor de todos: el consumo abusivo.
En capítulos anteriores hemos mostrado algunas malas costumbres que pueden echar a perder la experiencia de saborear una buena cerveza, y lo hacíamos de un modo desenfadado; al fin y al cabo se trataba de «pecadillos veniales»: si a pesar de nuestros consejos, tú como disfrutas es con una cerveza congelada, en vaso de plástico, sin espuma y con unos toppins de toffe por encima, qué le vamos a hacer…
El único error realmente grave que se puede cometer con la cerveza, es beber sin moderación (hablamos de la cerveza sin alcohol) o lo que podríamos llamar «beber para olvidar».
La cerveza es una bebida maravillosa, refrescante, nutritiva y saludable que además, tiene un poco de alcohol. Éste es el orden en el que deberíamos valorarla, y no al revés.
Beber -cualquier cosa- con ánimo de emborracharse, es una muy mala idea. Pero beber cerveza con el único afán de emborracharse es, además, una estupidez. Y es que, si observamos una tabla comparativa entenderemos que la cerveza no ha sido «diseñada» para eso (y queremos pensar que el resto de bebidas tampoco, la verdad).
La cerveza presenta un contenido en alcohol fruto de la fermentación y a diferencia de los licores destilados, mucho más fuertes, contiene valiosos nutrientes, como vitaminas, minerales, ácido fólico etc. De hecho, nació como un alimento, hasta el punto de que los egipcios la denominaban «el pan líquido». ¿No parece ridícula la idea de emborracharse con pan fermentado?
Por eso la borrachera de cerveza, además de los síntomas propios del alcohol en el organismo, afecta mucho al estómago: a la borrachera se le une el empacho. Hay mucha literatura acerca de diferentes métodos más o menos ortodoxos para combatir la resaca. Nosotros sólo recomendamos uno, el único infalible: beber con moderación. Este consejo nos parece especialmente importante en los más jóvenes, que se inician en las pautas de consumo. Por eso desde hace ya 10 años, promovemos el Certamen Creativo «Un dedo de espuma, dos dedos de frente» para fomentar un consumo responsable.
Hablemos ahora como amantes de la cerveza; cada cerveza ha sido elaborada cuidadosamente para que tenga una personalidad propia; cada cerveza es especial y tiene algo que decirte. Y desde luego, si te bebes una detrás de otra, no vas a poder oir nada.
Por eso queremos cerrar este post en positivo; demos la vuelta al topicazo ese de «beber para olvidar», todo lo contrario:
- Bebe para recordar qué te estás tomando. Intenta encontrar todos los matices que ofrece la variedad que estás probando. Tómate tu tiempo, saborea tu cerveza con todos los sentidos.
- Bebe para recordar con quién te la estás tomando. En España, el consumo de cerveza tiene un fuerte componente social. Las cañas son la excusa para compartir un buen momento en familia o con amigos Nuestro patrón de consumo cervecero es así: mediterráneo, relajado, sin tomárnoslo como una carrera para ver quién bebe más.
- Bebe para recordar con qué te la estás tomando. No podemos hablar de cañas sin mencionar a sus inseparables compañeras, la tapas, esos pequeños milagros gastronómicos que sorprenden y deleitan con su creatividad. La caña y la cerveza forman una combinación divertida y constituyen una excelente opción nutricional Nuestro consejo es que disfrutes combinando las distintas variedades de cervezas que se fabrican aquí, con las infinitas posibilidades de las tapas españolas, incluso puedes ayudarte de tecnología, como esta aplicación para iPhone
Despedimos esta miniserie dedicada al disfrute cervecero con este fragmento del delicioso libro de Philippe Delerm con un título que lo dice todo: «El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida»:
«¡El primer trago! ¿Trago? Empieza mucho antes de la garganta. En los labios aflora ya ese oro burbujeante, frescor amplificado por la espuma, y lentamente en el paladar un placer tamizado de amargor. ¡Qué largo parece el primer trago! Se bebe de un tirón, con avidez falsamente instintiva. Saboreamos el color; falsa miel, sol frío. Siguiendo todo un ritual de sabiduría y espera, nos gustaría gobernar el milagro que acaba de producirse y de desvanecerse a un tiempo. Nos gustaría conservar el secreto del oro puro, y encerrarlo en fórmulas…»