Gracias, cerveza

Grandes virtudes las tuyas, cerveza, ¡como para no estar agradecidos!:

Reúnes a gente con una excusa perfecta: ¿Unas cañitas y nos vemos?

Acompañas a las conversaciones, ¿Qué harías con las manos si no existiera mientras tus amigos te cuentan sus historias? ¿En el regazo? Uy qué sosada…

Combates la soledad. Porque no hay quien te diga que no a unas cañas. Eso es así.

Incrementas la capacidad de hablar lenguas. No sé si lo habéis probado, pero cuando estás de cañas y se te acerca a preguntar cualquier cosa un extranjero, así, de repente, ¡sabes idiomas! El ambiente distendido, estar en tu salsa, es lo que tiene…

Armonizas a la perfección con taaaaantas comidas:

    • Sushi, por ejemplo. ¿A que no te lo imaginabas? Pues la salsa de soja y el wasabi picante contrastan a la perfección con una cerveza lager o de trigo

Porque es tenerte en la mano y saber de política, de economía… ¡estábamos de cañas el otro día con mi abuelo y me habló del Dow Jones!  ¡que ha habido una leve subida, me dice! Haber leído el periódico por la mañana e ir de cañas con tus amigos sin contarles algo de lo que has leído es impensable.

Organizas ideas. Ningún speech luce tanto como el que das en un bar con tus amigos. ¡Qué argumentos! ¡qué majestuosidad en la entonación! ¡cuánto te quieres cuando te metes en la cama y te dices a ti mism@: “oye, qué bien he estado”! Porque cuando estás a gusto, entre los tuyos, todo sale mejor.

Retrasas el envejecimiento, ¿por qué?, porque…

Te hace reír. Si estás de cañas, no sé, un ejemplo, dos horitas, con tus amigos y no te ríes… ufff… afiuuu…  ¿cómo decirte? maaaaaadre mía… háztelo mirar.

Obligas a quedar. Porque a poquito que dos amigos planifiquen unas cañas y tú te enteres… no intentes engañarte… tienes que ir.

Distraes. En el curro estás pendiente del limpiador de las ventanas, de a qué hora ha pasado, todavía son las 10, que si esa bombilla hace días que parpadea, de si la becaria se levanta para llenar la botella de agua, todavía son las 10… ¿pero de cañas? De cañas desde el ¡hombre, Juan, cuánto tiempo! Hasta el ¡venga, a ver si nos vemos pronto! Dos horas más tarde pasan, exactamente, 3 minutos cerebrales.

Oxigenas el alma. Qué bonito. Porque salir del curro e irte a tomar una cervecita con los del departamento y poner a parir a la jefa no es sino la fotosíntesis de tu salud mental.

Combates la rutina. ¿Un martes de cañas? La idea perfecta.

Haces que conozca gente.

Incitas a la alegría, a la conversación, al jejeje e incluso al jajaja.

Calmas mi sed.

Animas a disfrutar.

Sobre todo. Ante todo. Y sin ánimo de resultar soeces, pero… Es que estás muy buena, hija.
De verdad… ¡Gracias!