La última cena (De empresa)
Las luces de colores se reflejan en cada rincón. Las grandes avenidas del centro de las ciudades y los pueblos de España se están empezando a colapsar… Has quedado a tomar una caña con los amigos y vayas al bar que vayas, ¡todos están llenos!
Ahí es donde comienzan los sentimientos encontrados sobre la Navidad. Tan amada por unos y tan odiada por otros… Pero nosotros queremos hacernos eco de uno de los más grandes acontecimientos de estas fechas: ¡La ansiada cena de empresa!
Ese “compromiso” laboral que se repite todos los años y en el que para más INRI, te toca sentarte al lado de la persona con la que menos feeling tienes de toda tu oficina. Pero, ¡tranquilo! Puede que entre el primer y segundo plato se propongan varios brindis de cerveza y mientras juntas las copas, posiblemente descubras que ese colega de curro es bastante más simpático de lo que creías y probablemente hasta le veas con mejores ojos… 😉
No cuela, ¿no? Vale, pero al menos este año puede ser diferente, puedes dejar a todos atónitos con tu cultura cervecera (Que no digan por ahí que este blog no instruye) Pongámonos en situación; comienzan a llegar los típicos entremeses de todos los años a la mesa con los que se empieza a abrir estómago.
Pues explícales que para realzar el sabor de los embutidos y ahumados, la cerveza lager es la que mejor encaja. Seguro que a raíz de tu consejo ya surge un tema de conversación en el que las opiniones cerveceras no cesarán y ya de paso evitamos esos silencios incómodos o los chistes malos del jefe. (Seguro que ya le estás imaginando…)
Después del talent show, llega el segundo plato a la mesa. Si eres de los que has elegido el plato de pescado, explícales que armoniza con una cerveza de trigo, ya que los aromas a limón se equilibran perfectamente con el sabor del besugo. Y si eres más de carne roja, una buena opción sería sugerir una cerveza de abadía, que como ya sabes, marida muy bien por su cuerpo y reminiscencias a frutas, como el plátano o la manzana roja.
Seguramente, entre plato y plato, habrá un Jingle bells, jingle bells , jingle all the way… y demás villancicos que se harán muy pesados. Aprovéchalo. Cuántas veces al año puedes ponerte a cantar a todo trapo y con gorritos en un restaurante sin que no crean que estás como las maracas de machín…
En fin, lo que a priori parece la cena más agobiante del año puede convertirse en una velada única. La tensión de la oficina se irá diluyendo poco a poco y empezarán a surgir las anécdotas.
Para poner la guinda al pastel, que mejor elegir una cerveza negra para terminar con los turrones de chocolate. Este es un buen momento para proponer un brindis por volver a repetir el año que viene y que a nadie le congelen el sueldo.
¡Qué os aproveche!