¿Qué harías si te perdieras en una isla desierta?

Pongámonos en situación:
Tú, todo aventurero te dispones a irte de viaje a Tailandia. Tienes todo organizado y el itinerario está más que cerrado para toda la semana. El macuto está a rebosar y ya no soltarás la cámara de fotos durante todo el día. Sin embargo, la barrera del idioma trastorna tu viaje más de lo debido…

Tras una primera toma de contacto visitando los palacios y templos de la capital llega el momento de alejarse de la bulliciosa ciudad. Vuestro siguiente destino está a unas dos horas de Bangkok. En la información que habías sacado previa al viaje, aparecían unas imágenes de una isla paradisiaca que te aseguraban ser la envidia de todos tus amigos a la vuelta. Tratáis de preguntar cuál es la mejor forma de llegar hasta allí a un lugareño y él, muy amablemente, se ofrece a llevaros en una pequeña barquita con la que habitualmente se gana la vida saliendo a pescar cada día.

Después de una hora de camino por agua turquesa, el simpático lugareño os hace gestos de que “habéis llegado a vuestro destino”. Exactamente, estáis ahí. Sin embargo, todo lo que a priori parecía ser como la isla de la película La Playa, en Kho Pi Pi, llena de lujos y comodidades resultó ser un diminuto espacio de arena rodeado de agua y palmeras. Bueno, vale, no suena mal pero… ¡S.O.S!, ¡No hay chiringuitos!, ¡Vacaciones sin cerveza! Y ahora ¿qué hacemos? O mejor dicho ¿qué harías tú? Te contamos hasta dónde seríamos capaces de llegar nosotros por poder disfrutar como es debido en una isla desierta y las posibles opciones que tendríamos:

a) Cogemos todas las ramas y maderas que encontramos por el palmeral y nos hacemos una pequeña barca para ir a la isla más cercana en donde sí hay chiringuito con cerveza.
b) Gritamos hasta quedarnos sin voz para que el lugareño vuelva a salvarnos de estar en una isla sin cerveza y por supuesto, que nos lleve a otra pero ¡con chiringuito!
c) Como soy todo un aventurero cervecero nunca faltan en mi macuto un par de cervezas y una latita de aceitunas para mi acompañante y para mí. Más vale ser previsor que estar de vacaciones sin cerveza y sin tapita.

¿Y tú recurrirías a alguna de nuestras decisiones in extremis o tienes alguna mejor?
Tú historia continúa porque te decimos la clase de cervecero que eres:

Si eliges la opción A:
-¡Chapó! Eres un cervecero de 10. Vaya donde vayas, sois dos en uno. Continúa por esa línea porque el esfuerzo en esta vida tiene recompensa y en este caso, la recompensa es muy fresquita…y bien merecida.

Si eliges la opción B:
-Te mereces un 5 raspado. No vas en mal camino pero estamos seguros que si quieres, puedes agudizar más el ingenio. Así que venga, que no se diga que por conseguir una cerveza fría tan sólo darías un par de grititos. ¡El lugareño podría no escuchaaaaaarte!

Si eliges la opción C:
-El cervecero previsor. Ordenado, precavido…así eres tú. Porque siempre hay hueco para meter un par de cervecitas al macuto por si acaso y tu compañero de viaje estará encantado de que tengas esa cabeza ordenada. Sin embargo, el cervecero de chiringuito auténtico sabe que no hay nada como tomarse una caña fresquita bien servida así que aunque nos gusta tu previsión, hay que seguir mejorando.