¿Qué habría pasado si se hubieran ido a tomar una cerveza?

Seguro que muchos de nosotros estamos de acuerdo en que las diferencias, las discusiones, se gestionan mejor tomando una cerveza en el bar para quitarle hierro al asunto. Esto mismo se puede aplicar a las películas.

Más de una vez he estado reflexionando sobre cómo un pequeño gesto, una idea, podría cambiar de manera radical todo. ¿Qué habría pasado si Mufasa, el rey león de la época, y su hermano Scar se hubieran ido de cañas para solucionar sus diferencias? No se habría producido la estampida y no habrían llegado las hienas. Aunque Simba no se habría hecho colega de Timón y Pumba…

Seguro que también os habéis preguntado… ¿Qué habría pasado si en “Los Padres de Ella”, Jack Byrnes y Gaylord Follen se hubieran ido a tomar una cerveza juntos para limar asperezas?Seguramente Follen habría sacado a la luz que el gato Gafe no le cae bien, pero es mejor sincerarse y tratar de llevarse bien en vez de ocultarlo. De todas maneras, a Jack no le habría caído bien el novio de su hija, así que habríamos seguido teniendo película…

En muchos casos, vemos que en las películas los protagonistas hacen cosas que no son necesarias. Y nos preguntamos por qué. Como en la película “Everest”. No había razón para subir a la cima con esa tormenta de tal magnitud que se avecinaba. Lo mejor habría sido que se fueran a un bar y pidiesen una cerveza y unas tapas mientras hablan de la vida, de la excursiones que han hecho… y luego ya si eso, después de la tormenta, intentar la subida.

Lo mismo puede decirse de la saga “Paranormal Activity”. Estaba claro que esas casas y esas familias daban miedo. No había necesidad de quedarse e invocar a los espíritus, y menos grabarlo todo. Eso que estaba ocurriendo no era natural, y no podía acabar bien. Habría sido mejor quedar con unos amigos y explicar el mal rollo que se te ha quedado alrededor de unas patatas bravas y unas cervezas. Quién sabe si esa maldición habría seguido…pero por lo menos Tobby no habría tenido tantas oportunidades para hacer el mal.

Las mentiras tampoco llevan a nada bueno. Una buena filosofía de vida es ser sincero y hablar de lo que sientes sin necesidad de mentir o aparentar algo que no eres. Esto nos recuerda a “Te quiero, Philip Morris”. En esta película Jim Carrey aparenta lo que no es, y estafa y engaña como si no hubiera un mañana. Lo mejor que habría podido hacer es haberse sentado en la mesa de un bar con su pareja, y haber pegado un sorbo de su copa de cerveza para después decir que no tiene dinero, pero que le quiere. Seguro que habrían sido felices juntos y no habrían tenido tantos problemas con la Justicia. Y todo con una simple cerveza y una tapa. Es increíble el poder que tiene un simple gesto de ir a un bar a tomar una caña y charlar un rato, pero, bien utilizado, puede cambiar el curso de las películas…y de las vidas.