La oficina contraataca

Despertarse porque el sol te da en la cara, porque ya no tienes más sueño… así han empezado muchos días durante las vacaciones. No existían horarios, vivías sumido en la anarquía, vestías siempre sin complicaciones, con el bañador y chanclas; la ducha se había convertido en un elemento del pasado, comías donde querías, alargabas las sobremesas lo que creías oportuno, y nunca deseaste que esa rutina terminara. De hecho habías mejorado tanto en tu nivel de fútbol playa que estabas pensando en ganarte la vida así. Pero, un día eso se acabó.

Te encuentras volviendo a casa, al trabajo y a la rutina y es inevitable pensar: “¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer cuando suene el despertador? No sé si podré soportarlo.”

¡Que no cunda el pánico! Tenemos la solución perfecta para que esta vuelta no sea tan traumática. Termina esa primera jornada laboral y sal a tomar un par de cervezas para contarle a tus amigos cómo las vacaciones te han abierto un nuevo mundo. Después de este descanso parece que tu creatividad se ha despertado y es el momento idóneo en el que más ideas de futuro se te ocurren. Emprender en algún nuevo negocio, una empresa, que si quiero montar un chiringuito en una playa de las Bahamas porque ahí sí que se vive bien, y un sinfín de utopías que seguro que se te vienen a la cabeza durante estos días.

Porque todas esas ideas de cambio de vida vienen debido a golpe que supone volver a la rutina. Al volver a tu trabajo ves que tienes infinitas tareas acumuladas, una bandeja de entrada repleta de correos,  el paseo mañanero con tu perro se adelanta unas cuantas horas, y por la ventana ves que todavía hace un tiempo ideal para estar en la playa…

Por eso, el salir a tomar una cerveza con los amigos ayuda a no romper con la rutina que con tanta facilidad habíamos abrazado durante las vacaciones. Esas tardes de terraceo, cañas y aperitivos serán un pequeño oasis en medio de tanto trabajo. Y, es más, te incorporarás a tu trabajo con la mejor de tus sonrisas.

Y en ese momento, cuando esté superado el síndrome postvacacional, veremos que, esa vida de anarquía y bañador todo el día no era vida era, una locura. No era para nosotros. Porque al final, la rutina con cerveza siempre sabe mejor.